jueves, 10 de mayo de 2007

Comentario 1

Las dinámicas sociales que se dan a escala mundial han conducido al ejercicio de comprensión de los complejos procesos contemporáneos, pero también la identificación de las dificultades intrínsecas a los conceptos con los cuales las disciplinas sociales “explican” la realidad. De este modo, tiempo y espacio pasan al centro de las discusiones teóricas e históricas. Mientras que Wallerstein, en este texto, se remite a las categorías con las cuales se han elaborado los análisis, Castells nos ofrece una lectura sobre los múltiples procesos contemporáneos que evidencian la necesidad de comprender el espacio como el tiempo de una forma distinta. Aunque no parten de las mismas perspectivas, ambos coinciden en la materialidad de las representaciones sociales de tiempo y espacio, y por consiguiente en el importante papel jugado por la dimensión espacial; muchas veces supeditada o asumida naturalmente dentro de la dimensión temporal.

Es así como Wallerstein, retoma los planteamientos de Braudel sobre los diversos tiempos a partir de los cuales se comprenden los procesos históricos, para señalar los distintos tipos de espacio que se encuentran asociados. De ahí que enfatice en la unidad de las categorías de tiempo y espacio, más que en la correspondencia que entre ellas se puede dar. “… el tiempo y el espacio no son dos categorías separadas, sino una sola: lo que yo denomino TiempoEspacio”. Para Wallerstein, se trata entonces de romper, o mejor trascender las barreras que nos establecen los conceptos – y por lo tanto nuestro lenguaje clasificatorio –, sobre todo cuando estos ya nos permiten dar cuenta de la complejidad de las realidades sociales. Tiempo episódico – espacio geopolítico inmediato, tiempoespacio coyuntural, tiempoespacio estructural, tiempoespacio eterno, son todas ellas categorías que hacen referencia a cómo conceptualizamos y medimos los procesos. Aquí el punto no es tanto la pertinencia o mayor importancia de cada uno de estos TtiempoEspacio, sino antes bien, hasta dónde cada una de las categorías nos permite comprender las realidades y dar cuenta del por qué de los procesos. Ahora bien, para Wallerstein no basta con decir que los acontecimientos tomados como datos “descubiertos” pueden conducirnos a una ceguera, sino que es fundamental ser cuidadosos con la manera “como utilizamos las realidades del TiempoEspacio”. En este sentido, es importante reflexionar hasta donde, categorías como centro – periferia, Norte – Sur, Occidente – Oriente, nos ayudan o condicionan nuestros análisis. Para Wallerstein, este asunto de la reflexión sobre las categorías de TiempoEspacio más que apuntar a la objetividad propia de las perspectivas idiográficas y nomotéticas, apunta a la necesidad de abordar con más detenimiento los momentos de “crisis” y “transición” a través de los cuales se pone en consideración el Kairos o el TiempoEspacio donde la transformación tiene lugar gracias a la elección humana.

En el trabajo de Castells, la tarea de repensar las nociones de espacio y tiempo va unida a su concepción de la sociedad actual como una red informacional. En ella los flujos, los ejes y los nodos que se constituyen a escala global son los que permiten dar cuenta de la acumulación intensiva y acelerada de capital. En este sentido, las categorías de espacio y tiempo, de forma similar a los planteamientos de Harvey, son analizadas con relación a los modos de producción contemporáneos. Es de esta manera como ambas construcciones expresan su carácter material y evidencian la manera como inciden de formas concretas en las vidas de los grupos sociales. Al analizar la consolidación del espacio de los flujos, las ciudades globales se presentan como la expresión más palpable de la construcción social del espacio. No obstante ellas no pueden seguir siendo conceptualizadas bajo los parámetros de centro – periferia, la contiguidad territorial o la división entre lo rural y lo urbano. “La ciudad global no es un lugar, sino un proceso. Un proceso mediante el cual los centros de producción y consumo de servicios avanzados y sus sociedades locales auxiliares se conectan en una red global en virtud de los flujos de información, mientras que a la vez restan importancia a las conexiones con sus entornos territoriales”.(Castells, 1999). En esta medida, tampoco pueden ser pensadas de forma aislada, sino como parte de las redes que conforman con otros centros. Quizá los aportes más significativos del autor en este punto es evidenciar, a través de casos concretos, las distintas dinámicas que ellas protagonizan, pero además el importante papel que ellas seguirán jugando a pesar del espacio virtual en el que se dan los procesos de producción y distribución de servicios de información. De su análisis sobre el tiempo, vale la pena destacar la constante adecuación que se hace de esta dimensión en función de los procesos productivos y la regulación de los mercados financieros. Las transacciones en tiempo real, las empresas de tiempo flexible, la menor duración de la vida laboral, el sentido de inmediatez que caracteriza el tiempo virtual, son entre otros fenómenos los que expresan el carácter del tiempo en la sociedad de los flujos y los que llevan a Castells a plantear el carácter “atemporal” que lo caracteriza.

Para Castells el espacio de los flujos pareciera desestructurar el tiempo, entendido como la secuencia en la que se dan los acontecimientos. Esta idea lo acerca en un grado significativo a las postulados posmodernistas del “fin de la historia” y lo hace consagrar la idea de la eternidad, de inamovilidad, que justamente trata de socavar Wallerstein a través de la consideración del kairos o el tiempo de la elección humana, basado en una perspectiva dialéctica sobre el cambio social en la que hay espacio para la acción humana deliberada. En esta medida, mientras que la sociedad red que plantea Castells consagra el predominio del espacio de los flujos, el sistema – mundo de Wallerstein esta condicionado a los procesos históricos que le dan fundamento.

No hay comentarios: